El otro día volví a un museo después de casi dos años sin pisar una exposición de pintura. Fui a ver la muestra temporal de Rubens en Barcelona y recuperé esa sensación que tanto echaba de menos: el sobrecogimiento de estar frente a una obra creada a mano, con pinceladas que han sobrevivido siglos para seguir hablando a quien las observa hoy. Me alucina pensar que un trozo de tela y pigmentos pueda transformarse en algo tan poderoso.

El Juicio de Paris, Peter Paul Rubens. 1638-1639. Óleo sobre lienzo.
Entre todas las piezas, me reencontré con uno de mis cuadros favoritos: El juicio de Paris. Ya lo había visto en El Prado, pero volver a contemplarlo de cerca fue un regalo. Me quedé embobada en los pliegues de la piel, en el movimiento de los cuerpos, en la voluptuosidad que Rubens retrataba con tanta naturalidad. Me fascinan esas texturas, las sombras, los hoyuelos, los matices cálidos y fríos de la piel. Y aunque el cuadro también está lleno de detalles preciosos —armas, animales, paisajes— ya sabéis que a mí me pierde el cuerpo humano, sobre todo los volúmenes del cuerpo femenino.
Fragmento de la obra: Diana y sus ninfas sorprendidas por los sátiros, Peter Paul Rubens. 1638-1640. Óleo sobre lienzo.
Esa visita me recordó una reflexión que llevaba tiempo queriendo compartir: ¿Qué es realmente el estilo de un artista?
Al observar cuadros de diferentes autores me maravilla ver cómo cada uno resuelve la composición, el color, la luz o las expresiones. Esa personalidad única es lo que deja huella. Y me doy cuenta de que, aunque la técnica es fascinante, no es lo más importante. Muchos maestros tenían discípulos y ayudantes que pintaban grandes partes de sus obras. Entonces, ¿qué hace que un pintor sea un maestro si no es solo la técnica impecable?
Para mí, la respuesta está en lo mismo que nos persigue a todas las personas creativas: el estilo. Y el estilo no es algo que se busca de forma obsesiva ni que aparece de un día para otro. Es algo que se construye con el tiempo, de manera natural, a medida que creamos.
El estilo es tu manera de contar historias. Tu mirada. Ese lenguaje único que nadie puede imitar porque nace de ti.
Y aunque esa frase es bonita, entiendo que a veces nos sabe a poco. Así que quiero compartir algunas ideas que, en mi experiencia, ayudan a reconocer y nutrir tu propio estilo:
- Los temas que te mueven: ¿qué historias o ideas vuelves a contar una y otra vez?
- Los colores que eliges sin pensar: los que te dan placer visual, los que se sienten tuyos.
- Tu ritmo de trabajo: detallista y meticuloso o improvisado y apasionado.
- El formato: grande, pequeño, en papel, en digital, en cerámica, en muros, en libretas.
- Tu imaginario: esos elementos recurrentes que aparecen en tu obra, casi sin darte cuenta.
- Tus inspiraciones: Tus gatos, una canción, una serie de la infancia, una convicción política.
El estilo es todo eso y más. Y, sobre todo, es algo vivo: cambia, evoluciona y se transforma contigo. Intentar encajarlo en un molde es limitar tu propio camino.
Lo mejor que me llevo de la exposición de Rubens es la motivación renovada para seguir creando. La certeza de que el arte sigue siendo necesario y que aún hay personas dispuestas a emocionarse frente a un lienzo. Pero, sobre todo, me sirvió como una especie de señal de que voy por el buen camino.
Ya llevaba tiempo preparando esta transición hacia lo tradicional, desempolvando materiales y dándole vueltas a cómo quería retomar el papel, el lienzo y la pintura a mano. Salir de la exposición me dio ese empujón final: fui directa a mi tienda de bellas artes favorita y me compré un nuevo caballete para mi pequeño escritorio y un lienzo más grande. Un pequeño incentivo para atreverme a seguir avanzando en este nuevo camino que, aunque me impone respeto iniciar, no puedo hacer otra cosa que seguir. Porque es lo que el cuerpo, la mente y, sobre todo, el corazón me piden ahora.
Me emociona abrir esta nueva etapa de mi aventura creativa.
¿Te quedas conmigo para ver hacia dónde me lleva?
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Qué feliz me hace esta sección por muchos motivos. Qué interesante conocer tu punto de vista de esta manera más cercana. Mil ganas de más!